Edición numero 4
Posta? revistA
Decidí
Decidí no ser la maga; de hecho, jamás lo fui.
No sería difícil recordar el día en que ella desapareció.
Tampoco sería nada fácil olvidarla ni ocultarla en los intersticios de una mente con memorias.
Lo crudo es que la maga, de haber existido, murió el día en que vos lo decidiste. Lejos de darle vida y eternidad entre tus piernas la supiste ahogar de las miserias más asquerosas que un hombre puede poner a desfilar en un corazón lleno de fantasía e ilusiones. Corazón de ilusa pero no por eso menos tierna.
Lo que talvez algún día resuene en tu conciencia hasta intentar quitarte la vida es que la maga murió porque vos la asesinaste. Asesinaste días enteros y pinturas.
Ella, en lugar de salpicarte con sangre, te arrojó colores vivos en pequeñas dosis de gotas movidas que figuraban una estampa interactiva en las telas más ingratas. Esto demuestra que era una mujer generosa hasta el cansancio, su talento y su humildad generaban olas de aire en el viento sur.
Pero cualquier analogía era una patraña.
Yo no fui, no soy, ni seré. Yo no estuve jamás entre tus brazos.
Aunque mentiría si niego que alguna vez me estremecí con sentir tus manos y escuchar tu voz.
Sería una mitómana si dijera que nunca te quise.
Pero decidí y opté por dejar de hacerlo.
Al fin y al cabo yo no era la maga, y si lo fui ya me habías asesinado veces suficientes como para no poder reconstruirme de nuevo.
Porque la piel se agota; y el alma también.
